Con ella te emocionas, suspiras y hasta te irritas, es mágica invencible y oportuna, es simplemente: la imaginación.
Todo
niño, sin distinción de raza, idioma o religión, tienen derecho a
escuchar los más hermosos cuentos de la tradición oral de los pueblos,
especialmente aquellos que estimulen su imaginación y
su capacidad crítica.
Todo niño tiene pleno derecho a exigir que sus padres le cuenten cuentos a cualquier hora del día. Aquellos padres que sean sorprendidos negándose a contar un cuento a un niño, no sólo incurren en un grave delito de omisión culposa, sino que se están autocondenando a que sus hijos jamás vuelvan a pedir otro cuento.
Todo niño que por una u otra razón no tenga a nadie que le cuente cuentos, tiene absoluto derecho a pedir al adulto de su preferencia que se los cuente, siempre y cuando éste demuestre que lo hace con amor y ternura, que es como se cuentan los cuentos.
Todo niño tiene derecho a escuchar cuentos sentados en las rodillasde sus abuelos. Aquellos que tengan vivos a sus cuatro abuelos podrán cederlos a otros niños que, por diversas razones, no tengan abuelos que se los cuenten. Del mismo modo, aquellos abuelos que carezcan de nietos estan en libertad de acudir a escuelas, parques y otros lugares de concentración infantil donde, con entera libertad, podrán contar cuantos cuentos quieran.
Todo niño está en el derecho de saber quiénes son José Martí, Hans Christian Andersen, Rafael Pombo, Elsa Bornemann, José Sebastian Tallon, Laura Devetach, Carlo Collodi, María Elena Walsh, entre otros. Las personas adultas están en la obligación de poner al alcance de los niños todos los libros, cuentos y poemas de estos autores.
Todo niño goza a plenitud del derecho a conocer las fábulas, mitos y leyendas de la tradición oral de su país. Tienen perfecto derecho a interesarse en nuestros relatos indígenas y cuentos costumbristas, así como en toda aquella literatura creada por el pueblo.
El niño tiene derecho a inventar y contar sus propios cuentos, así como modificar los ya existentes creando su propia versión. En aquellos casos de niños muy influidos por la televisión, sus padres están en la obligación de descontaminarlos conduciéndolos por los caminos de la imaginación de la mano de un buen libro de cuentos infantiles.
El niño tiene derecho a exigir cuentos nuevos. Los adultos están en la obligación de nutrirse permanentemente de nuevos relatos, propios o no, con o sin reyes, largos o cortos. Lo único obligatorio es que éstos sean hermosos e interesantes.
El niño siempre tiene derecho a pedir otro cuento y a pedir que le cuenten un millón de veces el mismo cuento.
1 Todo niño, por último, tiene derecho a crecer acompañado de las aventuras de "Tío Tigre y Tío Conejo", de aquel caballo que era bien bonito, de la barba del viejo Lucho, del colorín colorado de los cuentos y del inmortal "Había una vez...", palabras mágicas que abren las puertas de la imaginación en la ruta hacia los sueños más hermosos de la niñez.
su capacidad crítica.
Todo niño tiene pleno derecho a exigir que sus padres le cuenten cuentos a cualquier hora del día. Aquellos padres que sean sorprendidos negándose a contar un cuento a un niño, no sólo incurren en un grave delito de omisión culposa, sino que se están autocondenando a que sus hijos jamás vuelvan a pedir otro cuento.
Todo niño que por una u otra razón no tenga a nadie que le cuente cuentos, tiene absoluto derecho a pedir al adulto de su preferencia que se los cuente, siempre y cuando éste demuestre que lo hace con amor y ternura, que es como se cuentan los cuentos.
Todo niño tiene derecho a escuchar cuentos sentados en las rodillasde sus abuelos. Aquellos que tengan vivos a sus cuatro abuelos podrán cederlos a otros niños que, por diversas razones, no tengan abuelos que se los cuenten. Del mismo modo, aquellos abuelos que carezcan de nietos estan en libertad de acudir a escuelas, parques y otros lugares de concentración infantil donde, con entera libertad, podrán contar cuantos cuentos quieran.
Todo niño está en el derecho de saber quiénes son José Martí, Hans Christian Andersen, Rafael Pombo, Elsa Bornemann, José Sebastian Tallon, Laura Devetach, Carlo Collodi, María Elena Walsh, entre otros. Las personas adultas están en la obligación de poner al alcance de los niños todos los libros, cuentos y poemas de estos autores.
Todo niño goza a plenitud del derecho a conocer las fábulas, mitos y leyendas de la tradición oral de su país. Tienen perfecto derecho a interesarse en nuestros relatos indígenas y cuentos costumbristas, así como en toda aquella literatura creada por el pueblo.
El niño tiene derecho a inventar y contar sus propios cuentos, así como modificar los ya existentes creando su propia versión. En aquellos casos de niños muy influidos por la televisión, sus padres están en la obligación de descontaminarlos conduciéndolos por los caminos de la imaginación de la mano de un buen libro de cuentos infantiles.
El niño tiene derecho a exigir cuentos nuevos. Los adultos están en la obligación de nutrirse permanentemente de nuevos relatos, propios o no, con o sin reyes, largos o cortos. Lo único obligatorio es que éstos sean hermosos e interesantes.
El niño siempre tiene derecho a pedir otro cuento y a pedir que le cuenten un millón de veces el mismo cuento.
1 Todo niño, por último, tiene derecho a crecer acompañado de las aventuras de "Tío Tigre y Tío Conejo", de aquel caballo que era bien bonito, de la barba del viejo Lucho, del colorín colorado de los cuentos y del inmortal "Había una vez...", palabras mágicas que abren las puertas de la imaginación en la ruta hacia los sueños más hermosos de la niñez.